En el norte de Francia, un caballo llamado Peyo se volvió un compañero de pacientes en etapa terminal. Desde 2016, visita hospitales y se detiene frente a quienes necesitan consuelo, como si pudiera sentir el dolor.
Su presencia calma, reduce medicación y brinda paz en los últimos momentos. Ya acompañó a más de 1.000 personas junto a su cuidador. Un vínculo entre humanidad y naturaleza que emociona.
La extraordinaria vocación del caballo Peyo surgió de una observación conmovedora de su cuidador, Hassen Bouchakour. Él notó una sensibilidad inusual en Peyo: cerca de personas enfermas, el animal se detenía espontáneamente, mostrando un comportamiento que sugería una感知 de su dolor o necesidad. Esta revelación impulsó a Bouchakour a dejar su empleo anterior para dedicarse por completo a acompañar a Peyo en su singular misión de asistencia.
