Nefastos, según una búsqueda rápida en Google hace referencia a una persona detestable. Debería ser sinónimo de sindicalista. Aunque entiendo que no lo sea pues no son todos iguales, no se si puedo asegurarlo, pero si puedo desearlo.
Voy a contarles sobre sindicalistas nefastos que mantienen rehenes a un cierto grupo de personas, vecinos de nuestra ciudad. A los que están y a los que estuvieron trabajando con ellos.
¿Por qué digo presos? Porque estamos en un contexto país en donde callarte es mejor que quedarte sin trabajo. Y quedarte sin trabajo, cuando esa fuente de ingresos viene de la mano de estos nefastos, significa que no solo perdes tu entrada mensual, sino que además te humillan, porque según ellos, son los que vinieron a salvarte y vos un desagradecido que pedís que cumplan con lo que prometieron.
Estos vecinos que están presos de estos nefastos son un maravilloso grupo de personas que mantuvieron abierto esa institución de salud, durante mucho tiempo, aun sin cobrar lo que correspondía, aun con una administración deplorable, aun con amenaza de quiebra todos los días. Ellos le pusieron “alma, corazón y vida” a una institución que en sus mejores épocas vio nacer a mas de un chivilcoyano. Mantuvieron las puertas abiertas sin necesidad de que ningún nefasto les diga que hacer. Ellos ya sabían qué tenían que hacer, y lo hacían muy bien. Solo no se dieron cuenta lo importante que eran. Y cuando llegaron estos sindicalistas nefastos les creyeron el maravilloso cuento en donde desde el principio hasta el final decía que estarían mucho mejor. Que las condiciones laborales que venían a ofrecer eran superadoras, que el servicio de salud se vería beneficiado pues ellos traían nuevos recursos. Que las fuentes de trabajo y la antigüedad se mantendrían intactas. Quisieron demostrar transparencia contratando a un cabeza de grupo sindicalista igual que ellos, pero de peor calaña, de esas aves de rapiña que nacen con el ala rota pero ágilmente la esconden para que nadie se de cuenta. Y les funciono. De a poquito les fueron sacando las fuerzas los fueron esclavizando, les hicieron creer que sin ellos no podían seguir en pie, les borraron la memoria, y les quitaron la fuerza. A los poquitos que se animaron a irse, aún están de mediación en mediación, y sabemos como es la justicia en este país, te exprime a ver cuanto aguantas hasta que perdes la ganas. Resignación le dicen. A los que quedan, los obligan a aceptar, los obligan a ser cómplices de médicos con tres nombres, médicos que no son médicos aun, internaciones mentirosas, muertes dudosas, condiciones deplorables, farmacias sin medicamentos, cocina sin comida. Los obligaron, o los instaron a decidir, ser cómplices de todo lo contrario a lo que ellos, ese grupo maravilloso, habían creado. El cuento hermoso, se convirtió en película de terror. Y nadie hace nada.
Los cómplices también son vecinos, esas aves de rapiña que muerden de todos lados. Y avisan antes de hacer una inspección, así todo parece perfecto. Y así siguen, como sin nada hubiera pasado.
Yo fui cómplice. Hasta que se cansaron de mí y mis quejas reclamando ese cuento maravilloso que me habían prometido. Ahora me resigno y acepto la limosna, hay que darle de comer a los pichones
A ningún sindicalista o medico nefasto de lo que ocupan los puestos en donde toman decisiones, les importa ni la salud, ni las condiciones laborales, ni los pacientes, ni los chivilcoyanos. Ellos solo quieren llevarse la de ellos y salir huyendo. Y se les hace super fácil, pues no hay barreras de ningún tipo. Pues ni moral ni ética. Solo la vergüenza podría frenarlos, vergüenza que no tienen, de por llamarse representantes de esos a los que les roban. Sindicalistas nefastos.
Sigo deseando, que no sean todos los médicos iguales, ni todos los sindicalistas y que algún día aparezca alguien con la valentía necesaria para decirles, señores, aquí no se los quiere más, no necesitamos ser colonizados. Hasta tanto, seria interesante por lo menos que el ave de rapiña que representa a los chivilcoyanos, caiga, se muestre su ala rota y se lo envíe adonde pertenece. Fuera y lejos del sistema de salud, pues no lo representa, al contrario, lo hace quedar muy mal.
