«Juan Carlos Ferzola» por Horacio Vero

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Hay gente que pasa por la vida sin dejar siquiera una mínima huella. Por no comprometerse con nada. Por huir de los lugares donde se necesita ayuda o una mano. Por mirar como laburan los demás mientras toma café en la mesa de un club.

No fue el caso de Juan Carlos Ferzola.

Desde su profesión de médico reconocido y comprometido, salió un día el dirigente de club, trabajando en Gimnasia con un grupo que marcó una etapa en dicha institución.

Y apareció el Juan Carlos político en las filas de la Unión Cívica Radical, que alcanzó el cargo más hermoso al que puede aspirar un vecino: ser Intendente de su pueblo.

Por varios años, militamos juntos en el hoy casi desaparecido partido de Alem, Irigoyen, Illia y Alfonsín, en el “Ateneo del Centenario”, bajo la mano del inolvidable Negro Burtin. “Tu frase para ganar tiene que ser: Por un Chivilcoy sin várices”, lo cargábamos con mi hermano Omar, en la campaña previa.

Y la pasó mal el hombre. Le tocó gobernar en una de las etapas más difíciles del país. El fuego cruzado vino de propios y extraños. Pero se la bancó. Y cumplió su mandato, con la ayuda de fieles colaboradores y el sostén de su familia.

Solíamos encontrarnos en “La Perla” o en el centro. Y era difícil mantener aún un breve diálogo con él, pues todos se acercaban a saludarlo. A abrazarlo. A quererlo. ¡Qué sana envidia!

La pandemia aceleró los cambios para comunicarnos y relacionarnos. La forma de vida. También precipitó angustias, soledades y adioses. Sin embargo, Juan Carlos, vos seguirás con nosotros. Tu imagen de tipo honesto y querible continuará caminando por calles y veredas. Porque, en definitiva, tu “Chivilcoy pujante” no olvidará la huella que dejaste.

Horacio Alberto Vero

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