Chivilcoy y los agrotóxicos: ¿Quién nos protege?

Publicaciones PedidasSociedad

pinotti1

 

Es una obligación del estado proteger la salud de los ciudadanos y asegurar una calidad del medio ambiente que garantice su pleno desarrollo, siendo un derecho humano que debe ser plenamente garantizado. Ante las evidencias sobre los daños a la salud y el medio ambiente que provoca la producción de herbicidas tóxicos, y también frente a aquellas que no son concluyentes, la necesidad de aplicar el principio precautorio y actuar a favor de los derechos de la población. No existe un riesgo aceptable cuando es posible evitarlo.

 

Los ciudadanos tienen el derecho a exigir que se cancele el uso de herbicidas tóxicos 2.4D y se evalúen alternativas más sustentables para prevenir y eliminar los riesgos a la salud y el medio ambiente. Al considerar las alternativas, no sólo en otros herbicidas químicos, sino sobre todo en cambios en las prácticas de manejo y en controles agroecológicos tales como las asociaciones y rotaciones de cultivos, así como el uso de cultivos de cobertura para el control de plantas no deseadas, e incorporar la experiencia creciente de la agricultura orgánica que no usa insumos químicos en la fertilización, ni en el control de plagas y plantas no deseadas.

 

El 2,4-D se utiliza en la agricultura, las plantaciones forestales, e incluso para el cuidado de céspedes y jardines domésticos. La expansión comercial global de estos herbicidas y demás plaguicidas químicos ha traído graves consecuencias ambientales y de impacto a la salud pública. Por su modo de acción, al 2,4-D se le incluye dentro de los “herbicidas hormonales” pues actúa de modo parecido a la hormona natural auxina, ó ácido indol-3-acético (AIA). Las plantas de manera natural producen hormonas -que son sustancias químicas que actúan de manera precisa y en cantidades muy pequeñas- y su concentración es regulada por la propia planta; en el caso de la auxina es una hormona que regula el sano crecimiento y desarrollo vegetal, pero en su forma sintética y a una concentración mucho mayor provoca la muerte de la planta ya que no encuentra un mecanismo de control interno.

 

Ell 2,4-D es un herbicida sistémico debido a que se absorbe por las hojas o la raíz y se transporta por la savia a todo el cuerpo alcanzando los tejidos internos y partes no rociadas. Se acumula en las regiones de crecimiento e induce malformaciones que matan a la planta. Es considerado uno de los primeros herbicidas “selectivos” pues mata más a las plantas de hoja ancha y causa poco daño a los de hoja angosta; se ha usado para controlar malezas de hoja ancha, anuales y perennes, en su post-emergencia, en cultivos de cereales, caña de azúcar, pastizales, áreas industriales y en céspedes, jardines domésticos y campos de golf.

 

El 2,4-D también se vende mezclado con fertilizante para el cuidado de jardines domésticos. Ell 2,4-D se produce de diversas formas, incluyendo su forma como ácido, pero al ser ésta muy volátil y corrosiva los productos comerciales se formulan como sales aminas o ésteres del ácido, existiendo ésteres de baja y alta volatilidad. Las sales aminas se formulan comúnmente como soluciones acuosas, mientras que los ésteres menos solubles en agua se aplican como emulsiones. El producto 2.4 D tiene distintos comportamientos a nivel ambiental según su formulación, dependiendo esta última de su mayor o menor volatilidad, siendo la formulación a base de sal dimetil amina, considerablemente menos volátil que la fórmula éster isobutílico; Los productos formulados con el principio activo 2.4D en su mayoría, se encuentran clasificados en la Clase II – moderadamente tóxico – según la clasificación adoptada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Está comprobado cientificamente que la exposición crónica al 2.4D provoca – por estudios toxicológicos y epidemiológicos sobre los problemas a la salud y ambiente relacionados con el uso de este herbicida; entre ellos: cáncer, efectos mutagénicos, reproductivos, efectos sobre el desarrollo, teratogénicos y alteraciones endocrinas; así como los impactos en el medio ambiente. También en áreas pobladas se han detectado rastros de estos productos en la vegetación, árboles y otros. El uso de formulaciones de éster isobutílico de 2.4D está prohibido o restringido, con algunas excepciones en las provincias de Chaco, Tucumán, Santiago del Estero, Entre Ríos y Córdoba. En las provincias de Chaco, Entre Ríos y Córdoba están prohibidas las aplicaciones aéreas para cualquier formulación y prohibidas solamente para el éster isobutílico en Santiago del Estero.

 

Cáncer

 

Los herbicidas ácido fenoxy han estado ligados con sarcomas de tejido blando y la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer (IARC) ha clasificado el 2,4-D como un carcinógeno clase 2B, posible carcinogénico a humanos. Hay preocupación sobre la contaminación con dioxina del 2,4-D. El agente naranja que se aplicó en Malasia y en la guerra de Vietnam, el cual estaba formado por 2,4-D y 2,4,5-T contenía dioxinas entre ellas la dioxina carcinogénica TCDD. El 2,4-D ha sido producido con dioxinas contaminantes.

 

Efectos reproductivos

 

 

La exposición a herbicidas fenoxi ácidos y sus dioxinas contaminantes se ha asociado con desarrollo esquelético anormal de los fetos, mayor mortalidad fetal y otros efectos reproductivos.

 

El 2,4-D también ha sido clasificado como un alterador endocrino y ocurrió daño cromosomal significativo en cultivos de células humanas en presencia de 2,4-D, pero no se ha encontrado evidencia de mutagénesis en células humanas de pulmones.

 

Destino ambiental

 

El 2,4-D tiene baja absorción en el suelo y un alto potencial para percolación. Realmente se han encontrado residuos de 2,4-D muchas veces en aguas subterráneas.

 

Vida silvestre

 

 

Algunas formulaciones de 2,4-D son altamente tóxicas a peces mientras otras lo son menos. Los invertebrados acuáticos en general no parecen ser muy sensibles al 2,4-D. Moderada exposición de abejas al 2,4-D alteró severamente la reproducción. La toxicidad a aves es de baja a moderada. Sin embargo se ha anotado que hay insuficientes datos disponibles para evaluar correctamente la seguridad para la vida acuática, si se usa en o cerca de los sistemas acuáticos. En un informe publicado por Agrow, una publicación de la industria agroquímica, se identifica al 2,4-D como un carcinógeno en humanos y en perros, y al insecticida acefato como un mutágeno, carcinógeno, fetotóxico, que feminiza ratas y mata aves. Es necesario adoptar medidas para el resguardo y preservación de la salud de la población y del medio ambiente del Partido de Chivilcoy, cuando se estime que el empleo de determinado producto fitosanitario es peligroso por su toxicidad o prolongado efecto residual.

 

Guillermo Pinotti

Un comentario en «Chivilcoy y los agrotóxicos: ¿Quién nos protege?»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *