Elefantas: madre e hija están cada vez más cerca del santuario donde podrán estar en la naturaleza que nunca vieron ni vivieron

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Todo el preparativo, mezclado con nervios, emoción y algo de nostalgia, se realizó el sábado en la tarde. Estuvo Mariana Caram, directora del Ecoparque, Humberto Mingorance, Secretario de Ambiente, y también pasó a despedirse de Pocha y su hija Guille, el gobernador Rodolfo Suarez.

A las 19.20 las chicas salieron del Ecoparque en camión para comenzar el viaje. Pocha, con 57 años, llegó a Mendoza con apenas 3 años. Guillermina, nació en 1998 en la provincia, y en sus 23 años de vida siempre estuvo en un pequeño recinto de cemento y piedras, el cual dejaron para vivir lo que les queda rodeadas de naturaleza y otras elefantas.

Madre e hija están cada vez más cerca de su destino de libertad, en el santuario donde podrán estar en la naturaleza que nunca vieron ni vivieron. Este martes entraron en territorio brasileño. Aseguraron que van muy relajadas

El viaje de las elefantas Pocha y Guillermina está cada vez más cerca de su destinoYa pisaron suelo brasileño, y seguirán viaje hasta llegar al santuario en el Mato Grosso, donde podrán tener una vida en libertad y compartir con otras elefantas. Se espera que lleguen a su nuevo hogar en el transcurso del jueves.

Madre e hija llegaron a Brasil en la mañana de este martes, luego de dos días y medio de viaje por las rutas argentinas. Cada vez les falta menos para llegar a su nueva casa, donde podrán vivir en naturaleza, con matorrales verdes y en un clima cálido, todo lo que en Mendoza no tuvieron nunca.

Los acompañantes de «las chicas» o «las gorditas», como las llama Leandro Fruitos, el consejero del Ecoparque por parte de la Fundación Franz Weber, aseguraron que durante todo lo que llevan de viaje estuvieron muy relajadas y tranquilas. Lo que más necesitan ellas es estar en contacto, verse, olerse y sentirse a través de sus trompas.

Gracias al entrenamiento que hicieron con ellas, fue posible que viajaran en permanente contacto, ya que las subieron a los contenedores de manera que vayan enfrentadas.

Cada dos o tres horas el camión donde van las chicas, el otro en el que llevan todas las provisiones, y los cuidadores que las monitorean, hacen una parada para cargar combustible, pero sobre todo para darles agua y alimentos.

Ellas saben que es su momento y asoman sus trompas para recibir lo que sus cuidadores les ofrecen. Agua, frutas, verduras, alfalfa, bambú y otros alimentos que reciben sin ningún problema.

Además, limpian sus recintos para que viajen cómodas, y las monitorean de manera permanente en todo el viaje con cámaras que están instaladas dentro de los contenedores en los que viajan, y de esa manera pueden ver si necesitan algo, o si están tranquilas.

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