La trágica y desesperanzada ruta 5 por Carlos Armando Costanzo

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Hay una ruta trágica y desesperanzada, que desde hace largo y pesaroso tiempo, está esperando, está esperando…, siempre esperando…  

Hay una ruta que aguarda, mientras van transcurriendo los días, las semanas, los meses y los años, y no se resuelve ni se avanza, absolutamente nada…

Hay una ruta que aguarda, y sobrelleva en silencio la prolongada espera, a pesar de las promesas oficiales, los anuncios, los engaños, las mentiras y falsedades y, los sucesivos e infructuosos reclamos…

Hay una ruta que aguarda, mientras se van registrando nuevos y reiterados siniestros viales, con un infortunado saldo de muertos y graves heridos… Y siempre, siempre mueren, los anónimos y sacrificados laburantes; pero los responsables de las obras y la prosecución de los trabajos, se hallan libres de investigaciones, procesos y fallos judiciales y, de toda culpa y cargo…

Hay una ruta que aguarda, como mudo testigo y paradigmático símbolo de la insensibilidad, la desidia, la indiferencia, el desinterés, la irresponsabilidad, la inconciencia, el negociado, la podredumbre moral y la más profunda corruptela…

Hay una ruta que aguarda, mientras se desvanecen las ilusiones y expectativas y, cunden la frustración, el pesimismo, el desánimo y el desaliento…

Hay una ruta trágica y doliente, condenada a una eterna e inexorable espera…

Hay una ruta que, a pesar de todo, contempla a lo lejos el pavimento y la cinta asfáltica, con una dulce y compasiva mirada de esperanza…

A la ruta nacional Nro. 5, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Hoy, te quiero batir como un gomía, / mi sincero homenaje y posta anhelo, / ruta 5, que bajo un lungo cielo, / aguardás lo más piola, la autovía… / Allí estás siempre igual, día tras día, / escuchando chamuyos y camelo; / más de un tipo ranún te tomó el pelo, / y los chantas, te engrupen todavía… / Te bancaste tremendos accidentes, / mucho anuncio de turros inconscientes, / y después…, y después no pasó nada… / Ojalá que en los yornos venideros, / podás ser, sin malandras bolaceros, / una ruta feliz y esperanzada.

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