María Remedios del Valle, la “Madre de la Patria”. (Palabras de Adrián Vila)

Sociedad

1810 – 25 de Mayo – 2021

Remedios del Valle

Si hay algo que nos pone a (casi) todos de acuerdo es que 25 de mayo tiene el valor de ser el punto inicial de nuestra identidad nacional: nuestro inicio como Nación en construcción.

Hace unos años hablamos del contexto americano continental de nuestro Mayo: desde la independencia de EE.UU. en 1776, pasando por  la Revolución Francesa de 1789 y las ideas de igualdad entre criollos y españoles sostenidas por Fray Bartolomé de las Casas; todo eso, sumado a las ideas de patriotas hispanoamericanos como Francisco Miranda, la lucha de los españoles por liberarse de la invasión napoleónica, la proclamación de la República de Haití por el general de raza negra Dessalines en 1804 y la lucha de los esclavos de Toussaint L´Ouverture («los jacobinos negros»);  las invasiones inglesas, que fueron un catalizador de una primera identificación como «pueblo argentino» y de la conformación de fuerzas militares criollas; y, asimismo, la agitación política que se venía gestando en el marco de ese «clima de época».

Y fue en nombre de uno de los miembros de los Borbones de España: el Fernando VII.

Tampoco declaró la Independencia y las presencia de revolucionarios españoles como Larrea y Matheu se mantuvo durante las dos primeras Juntas y la bandera española flameó en el Fuerte de Buenos Aires hasta 1813. Nuestra declaración formal de la Independencia fue el 9 de Julio de 1816.

Y también decíamos que había muchos Mayo: el de la revolución antiespañola y probritánica, la versión de un Mayo de las élites porteñas que promovían el librecambismo. También, destacábamos el Mayo de la reivindicación del proceso democratizador que significó la Revolución de Mayo, el de la formación de una conciencia democrática en sectores de la población de las colonias. En esta perspectiva, Mayo es un suceso histórico realizado por los sectores democráticos de la sociedad contra el absolutismo monárquico. 

Sí, reivindicamos Mayo y sus hombres y mujeres: Mariano Moreno y Juan José Paso, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea, Domingo Matéu. Pero, también, a Casilda Igarzabal, María Guadalupe Cuenca, Martina Céspedes (nombrada sargento mayor por Liniers por su heroica participación durante las invasiones inglesas), Manuela Pedraza también combatiente en esas invasiones), María Ana Perichon de Vandeuil de O’Gorman, Juana Moro de López, Juana Azurduy. Pero hoy, también vamos a hablar de un Mayo que simbolice las tareas, que reivindique las tareas de las personas anónimas, los oficios de incontables personas en relación con aquel alumbramiento de la argentinidad.  Como dice la historiadora Valeria Pita (del Instituto de  Investigaciones de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA) que

en ese tiempo de relaciones sociales jerárquicas y desiguales, la crisis de 1810, movilizó no solo a un sector de varones letrados, con intereses en la administración del gobierno o en el comercio. Las mujeres también se implicaron, tomaron partido, enlazando sus destinos a la causa revolucionaria. Lo hicieron basándose en ideas de igualdad, pueblo, patria, libertad, soberanía, a las que le dieron sentidos específicos.

Y que algunas mujeres de los sectores privilegiados contribuyeron al clima de época, al clima revolucionario en sus tertulias. Y que vendieron sus joyas para la formación de los ejércitos, ganando también con esto un espacio para su autonomía civil. También, las mujeres de los sectores subalternos, las esclavas, indígenas, las campesinas pobres quizá significaron ese clima de época de otras maneras: pero, fundamentalmente, en «expectativas de emancipación». Y participaron como

espías, participaron en la organización de redes de información, en acciones de protesta y de propagación de las ideas patriotas. También cocinaron, dieron de comer, asistieron a los heridos, y cuidaron campos, huertos, ganado.

Y, entre ellas, queremos destacar a María Remedios del Valle, la “Madre de la Patria”.

En momentos en que los estragos de la pandemia surcan el cuerpo de nuestra sociedad, destacamos en ella el esfuerzo de los servidores públicos que están en la línea de lucha cotidiana para ayudar al prójimo, ser solidarios con el vecino, aliviar el sufrimiento de los dolientes, aportar al funcionamiento de los servicios necesarios para la vida social. Una forma de participación que se hace desde los márgenes de nuestra historia pero que la recorren desde Mayo, o, mejor, desde el clima previo a Mayo como mencionábamos previamente: Remedios del Valle, una argentina de origen africano que nació en 1766 en Buenos Aires. Su vocación de servicio patriótico la llevó a realizar trabajos de enfermería para auxiliar a quienes defendieron la capital durante la 2ª invasión inglesa de 1807. Y la desigualdad étnica que la encuadraba como «parda», de acuerdo a la estratificación social de castas que teníamos entonces, no le impidió ir más allá. Y fue más allá: acompañó a su marido e hijos en la primera expedición militar hacia el Alto Perú, con Juan José Castelli en 1810. Fue herida de bala, tomada prisionera por los realistas y sometida a azotes públicos durante 9 días, según cuentan los testimonios que acompañan su gestión por una pensión para que fueran reconocidos sus servicios prestados. Pero pudo escapar e incorporarse a las fuerzas de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales, para volver a cumplir una doble función, la de combatiente y enfermera. Belgrano la nombró capitana de su ejército y relata Tomás de Anchorena (secretario de Belgrano) que Belgrano «creo que ha sido el general más riguroso: no permitía que siguiese ninguna muger al ejército; y esta era la única que tenía facultad para seguirlo». Remedios era

el paño de lágrimas, de todos aquellos jefes y oficiales y demás individuos a quienes pudiera servir sin el menor interés. Yo los he oído a todos, a voz pública hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra…

y que


Si no me engaño, ese título de Capitana del ejército se lo dio el General Belgrano. No tengo presente si fue en Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los enfermos que ella podía asistir […] Una muger tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de admiración de cada ciudadano…”.

Cuando cumplió 60 años, ya terminada la guerra, Remedios del Valle volvió a Buenos Aires para convertirse en mendiga., pero el general Juan José Viamonte la reconoció pidiendo limosna en las calles de Buenos Aires y al ser elegido diputado, solicitó ante la Sala de Representantes que se le otorgase una pensión por los servicios prestados a la patria. En su discurso destacaba que

Desde el año 1810 hasta 1814, que me hallé en el Ejército del Perú, siempre fueron relevantes los servicios de esta benemérita mujer, así en la asistencia de los heridos y enfermos, como en las guerrillas.

Hipólito Videla, quien fue hecho prisionero junto a ella, después de la derrota de Ayohuma coincide con Viamonte en que

Desde el año 1812 conocí a la suplicante en el Ejército del Perú, en el que sirvió hasta caer prisioner[a] en la acción de Ayohuma, en la que también cayó ella, herida de bala; que el ejercicio que tenía allí era servir en los hospitales y animar en las líneas, aún el acto de la lucha, que de este modo fue herida y que es cuanto puede informar en obsequio de la verdad.

Así se le reconoció un sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería, de 30 pesos, que se le abonaría recién el 15 de marzo de 1827, tras 7 años de insistencia legislativa. La Sala de Representantes de la provincia de Buenos Aires votó otorgarle el cargo de sargento mayor en 1829, que revistó hasta su muerte en 1847.

En Remedios del Valle destacamos en este Mayo nuestra identidad y nuestro reconocimiento a quienes a lo largo de nuestra historia han construido este país que habitamos.Y, sobre todo, a aquellos que en este presente duro de pandemia desde sus propios espacios, cotidianos, lugares de trabajo, profesionales, vocacionales, humildes, esforzados, nos permiten seguir pensando en la saga de nuestros fundadores de 1810: «No tienen los pueblos mayor enemigo de su libertad que las preocupaciones adquiridas en la esclavitud» (Mariano Moreno, 1810).

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